viernes 5 de abril 2019
a la comunidad estudiantil..
Escribo esta carta abierta, no para las personas que ya se identifican como defensores del aborto legal, libre y seguro. Escribo esta carta para ti, lector. Muy probablemente eres parte de la mayoría de la población, que ha sido encarrilada a pensar en solo una perspectiva sobre lo que es ser una persona gestante.
Muchas veces me he encontrado con mujeres que se encuentran embarazadas sin desear estarlo. He conocido otras más con embarazos extremadamente deseados, pero que durante la gestación sale a relucir un cambio catastrófico de salud. Nunca me he topado con alguien que piense que tener un aborto es algo casual, pasajero, o insignificante. Mucho menos me he encontrado con una persona que no haya reflexionado extensamente antes de venir a nuestra clínica para consejería.
En este nuevo proyecto de ley se busca criminalizar las opciones en torno al aborto. Este proyecto de ley hasta propone tiempo de cárcel a médicos practicantes que no cumplan con sus imposiciones, no fundados en evidencia o criterio clínico. No se limita aquí su alcance. También hace alusión a que es una desgracia que actualmente no encarcelemos a mujeres que llevan a cabo abortos, una ley muerta en nuestro código penal. De por sí, en Puerto Rico no hay extensos proveedores de abortos, específicamente para embarazos de más de 14 semanas. La tasa de aborto en Puerto Rico se estima en 23 de cada 1,000 embarazos, una tasa por debajo de la mundial, estimada en 35 de cada 1,000 embarazos. La mayoría de los abortos que ocurren a nivel mundial son en embarazos tempranos. Muchas veces los abortos tardíos (más de 20 semanas) son aquellos relacionados con embarazos deseados por anomalías anatómicas o genéticas. Muchas de estas anormalidades de desarrollo resultan en poca o ninguna probabilidad de vida fuera del útero. Estas regulaciones vienen disfrazadas de preocupaciones para poder hacer el proceso del aborto más seguro. Ningún médico responsable apoyaría la práctica de abortos por practicantes no cualificados y, como cualquier otra clínicamédica, debe cumplir con unos estándares establecidos por el Departamento de Salud y otras entidades acreditadoras.
Sin embargo, este proyecto de ley cae en muchas de las mismas falacias anti-científicas que se han usado históricamente para crear desinformación, falta de confianza, y miedo en el público.
Otro punto importante es que la redactora de este proyecto de ley en ningún momento cita estudios, estadísticas u opiniones de expertos sobre las alegaciones que hace sobre el aborto y sus repercusiones. No hay estudios científicos válidos que relacionen el aborto con una mayor incidencia de infertilidad, cáncer de mama, o peligro para futuros embarazos. En efecto, se ha reiterado varias veces que llevar un embarazo a término y dar a luz es más peligroso (entiéndase, tiene más posibles complicaciones para su gestante) que un aborto llevado a cabo de manera legal, libre, y profesional.
En fin, para muchas personas, el aborto es algo que no creen que en algún momento desearían llevar a cabo, no importa las circunstancias de ese embarazo. Muchas personas son firmes en sus creencias, aun en situaciones extremas como incesto, violación, enfermedades potencialmente mortales para la persona gestante, o anormalidades de desarrollo. La pregunta trillada y sobre simplificada de que si el aborto es moral, bueno o malo es algo personal, dictada por dogmas organizacionales o individuales. Propongo las siguientes preguntas: ¿debería una persona embarazada tener opciones? y ¿deberían estas opciones ser seguras, legales y libres?
Podemos observar cómo ha habido aumentos en mortalidad femenina y alta incidencia de abortos en países hermanos con leyes más estrictas sobre el acceso al aborto. Tanto así, que se ha estimado que a nivel mundial se han llevado la misma cantidad de abortos ilegales como legales anualmente. La ilegalidad lo que ha hecho es hacer el aborto clandestino y poco seguro.
Inicialmente, como persona interesada en planificación familiar, siempre pensé que la meta era disminuir la cantidad de abortos. Si todos nuestros pacientes tuvieran contraceptivos efectivos, la tasa de abortos bajaría. Podríamos hasta eliminar el aborto. Sin embargo, los años me han demostrado que la realidad de la vida humana es muy distinta a la idealizada. Contraceptivos fallan, problemas médicos ocurren, y la vida es impredecible. Estadísticamente, mujeres que buscan y completan abortos ya son madres y tienen sobre 21 años de edad. Son mujeres adultas con familia, tomando decisiones propias.
Negarle el derecho al aborto es negarle el derecho a la vida y libre determinación a tu hermana, tu prima, tu amiga, tu vecina, tu desconocida. No sabes cuántas veces he escuchado el “nunca pensé que estaría en esta situación”. Muchas veces es seguido por un “pero que bueno que puedo estar aquí para discutir mis opciones”.
Si una persona desea continuar un embarazo con anomalías genéticas, que así lo decida por compromiso propio, no por obligación del estado.
Un menor de edad en Puerto Rico puede escoger ser padre y recibir cuidado prenatal sin ningún consentimiento parental. ¿Por qué no entonces poder escoger terminar un embarazo? Que todas estas imposiciones, ampliamente usadas en otros países para amedrentar el acceso al aborto, sean vistas por sus verdaderas intenciones. Que cada decisión sobre terminar un embarazo sea tomada entre una mujer y su médico adiestrado y preparado. Que toda mujer o persona gestante tenga el libre albedrío para poder vivir una vida a plenitud bajo sus propios términos.
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